Pasaba por acá, y también me había acordado de Hiroshima y Nagasaki. Y, pensando en soluciones, recordé que una vez solté, en plan bomba que, con una reducción del 5% en sueldo -y jornada- solucionábamos en mi sector el entonces acojonante paro. Miradas al techo, quejas sobre que ya nos lo quitaban del sueldo en impuestos... en fin, que nadie se dejaría dar el pellizco. Estoy escribiendo con una máquina hecha por esclavos sudasiáticos, bajo las órdenes de unos capataces protegidos por esas bases. Del programa mejor no hablo. He venido de comprar, aunque esta vez tenía en casa café del que me gusta tomar, comprado a precio de filfa por las mayoristas internacionales, pero alguna que otra "ganga" al estilo he encontrado. Soy doblemente culpable: en mi caso, me costaría muy poco localizar tiendas de comercio justo, y no lo hago. Dejo de escribir: me puede la vergüenza.
|