Ayer fue el último día para publicar encuestas electorales y hoy en
Malos pensamientos me encuentro un recordatorio para que comparemos el domingo por la noche. Ante los datos, pienso un par de cosillas:
a) No llego a comprender cómo es posible que el 42'1 % de los encuestados votaría por el PP. Esta mañana mientras tomaba café he hecho una encuestilla entre los que por allí andaban y ganaba por mayoría absolutísima -práctica unanimidad- IU. Este hecho me lleva a extraer conclusiones:
Conclusión primera: la gente miente más que habla, y me refiero a los del café, no a los de las encuestas.
Conclusión segunda: debo cambiar mis compañías en la hora del café para estar más cerca de la España real, si eso es posible y si existe una España real.
Conclusión tercera: al final esto será como lo de la OTAN, que nadie votó a favor, pero acabó ganando el SÍ QUIERO (y nos cas(z)aron).
b)La otra cosilla que me hacen pensar los datos de las encuestas es en la puñetería de lo que vale el voto de un ciudadano. Ya sé que el asunto está muy hablado y que, incluso, puede ser interpretado como un pensamiento antidemocrático, antidiversidad del estado o lo que quieran, pero lo cierto es que CIU, con el 3'4 % de los votos obtiene 11 diputados, mientras que IU, con el 5'3 % de las intenciones de voto obtendría entre 6 y 8 diputados. En fin, cosas de las estadísticas, los números -los de letras nos perdemos- y los pactos de la Transición (¿hasta cuando durará?).