Anoche salió el Jefe por la tele. Se mostraba seguro de sí mismo, orgulloso de sus actos: he cumplido con mi trabajo -supongo que piensa-, ya ocupo el sitio que me merezco en la historia de mi patria.
Claro, que algunos pensamos que su sitio en la Historia es algo diferente al que el Jefe tiene en la cabeza.
Me voy con la cabeza bien alta. Estoy orgulloso -vino a decir el Jefe. Pues nada, con las mismas te vas la mar de orgulloso a ver si encuentras tu sitio en la Historia, el que mereces, y dejas de aparecer en
prime time, que me estropeas la cena. Adiós, Jefe, ex-Jefe o lo que seas.
Por cierto, a
algunos periodistas tampoco les gustó tu intervención, aunque supongo que también los habrá que hoy hablen lindezas sobre tu verbo prodigioso.